Casting para Zavannah.

Iba caminando por los pasillos del colegio con su elegancia particular hacia la próxima clase. Algunos conocidos iban pasando a su lado y ella, con su sonrisa siempre amable, los saludaba con un beso pequeño en la mejilla, un pequeño asentimiento con su cabeza o simplemente levantando su mano. No se podía negar de que era una de las pocas Slytherins que mantenía una relación de respeto y cortesía con todo el colegio. Por eso cuando decían barbaridades de ella, Zavannah los mandaba a callar con inteligencia, educación, femineidad y con altura. Era una de las pocas serpientes respetadas de todo el colegio y se había ganado su reputación con honores. No se metía donde no la llamaban, no opinaba sobre nadie, no hacía escándalos porque sí. Vannah era respetada por algo. Y si te metías con ella, siempre salías perdiendo. Obviamente que se había ganado su enemigos entre las serpientes por su actitud. Algunos la creían Pro Muggles y que lo demás era una fachada para ocultar su verdadero bando.

Saludó a sus compañeros de casa y clases cuando llegó a la puerta de su próxima clase. Le preguntaron cómo estaba y todas esas cosas banales que uno siempre pregunta por costumbre más que por otra cosa. Entre sonrisas, explicó que estaba bien y esas cosas típicas que uno contesta cuando te hacen ese tipo de preguntas. Hasta que llegaron los demás compañeros de clase, los leones. Enseguida se vislumbró un aire hostil entre las dos casas, pero Vannah era la única que permanecía igual como cuando había llegado. No era tonta, no iba a estar intercambiando palabras con los leones enfrente de su casa, pero no se distanció de los recién llegados. Solamente los trató con cordialidad medida.

Un Gryffindor se acercó a ella para saludarla extendiendo su mano y con una sonrisa en sus labios. La joven Slytherin estiró su mano para estrecharla con la de él, con una pequeña sonrisa en sus labios. -Weasley- murmuró, al tiempo que se daban un amable apretujo de manos. -Lestrange- dijo el muchacho con una sonrisa ladina en su rostro cuando escuchó su apellido. Le soltó la mano de la muchacha con suavidad y volvió a colocar su mano en su bolsillo mientras que la rubia volvía a aferrar sus libros con ambas manos contra su pecho. Ambos intercambiaron unas simples palabras hasta que la puerta del aula se abrió de par en par. Zavannah volvió a su lugar y el Gryffindor hizo lo mismo. No era novedad que ambos muchachos se llevaran cordialmente bien, puesto que habían sido compañeros desde toda la vida. Pero últimamente había ocurrido un acercamiento por parte del muchacho. Claro que eso sucedía cuando no había nadie al rededor que pudiera verlos.